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5 junio 2019 3 05 /06 /junio /2019 22:21

Su apellido figura en la historia médica de cientos de miles de niños y niñas de todo el mundo. Las enciclopedias lo recuerdan como un pediatra, investigador, psiquiatra y profesor de medicina austríaco reconocido por sus tempranos estudios sobre desórdenes psicológicos en la infancia. Sin embargo, la biografía de Hans Asperger esconde un pasado siniestro: durante el nazismo, fue cómplice del régimen sumándose con sus diagnósticos a las políticas de exterminio que aplicó el III Reich sobre las criaturas que eran diagnosticadas como “poco aptas” o deficientes.

Detrás de los retratos que lo recuerdan como un sanador de chicos, la historiadora estadounidense Edith Sheffer acaba de develar un accionar criminal en su libro Asperger's Children: Los orígenes del autismo en la Viena nazi que ha generado estupor en los Estados Unidos y en Europa en las últimas semanas.

El volumen aún no llegó a la Argentina, pero sí su repercusión. Los medios europeos y de América del norte han publicado reseñas y entrevistas en las que se preguntan, como una letanía, ¿cómo fue posible que el pediatra Hans Asperger muriera en 1980 impune? Investigadora del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California, Berkeley, la profesora Edith Sheffer tiene una hipótesis: “Solo los líderes del programa de eutanasia fueron llevados a juicio y ha llevado décadas que se reconociera el papel de los actores menores. Además, Asperger afirmó después de la guerra que había resistido al nazismo y que, de hecho, había rescatado niños del programa de eutanasia; dado que nunca se había unido al partido nazi, sus afirmaciones parecían verosímiles”, dice a Clarín en un correo electrónico que escribe desde su casa en Palo Alto, California.

 
Asperger. Dormitorio de niños en el hospital Spiegelgrund (1940).

Asperger. Dormitorio de niños en el hospital Spiegelgrund (1940).

Es de tarde y con los pies apoyados sobre una mesa baja de madera, Sheffer escribe en el patio mientras sus hijos están en la escuela. “Durante el trabajo con este libro, mi hija se sentaba muchas veces conmigo diciendo que necesitaba que me animaran porque el tema era muy triste”, recuerda. Su investigación demandó siete años y comenzó de manera muy personal. Casi íntima: cuando apenas tenía 17 meses, su hijo Éric fue diagnosticado como autista. “Como cualquier madre, leí todo lo que pude sobre eso”, recuerda la historiadora. Varios de los documentos que encontró mencionaban a Asperger. Referían a su trabajo en la Viena nazi, recordaban que había defendido con heroísmo a varios niños de una muerte segura en campos de exterminio e incluso saludaban que hubiera definido el autismo de manera positiva al reparar en la notable inteligencia de algunos de sus pequeños pacientes. Justamente esa era la historia que ella quería contar: la de un héroe. Sin embargo, lo que encontró fue algo muy distinto. Y pavoroso.

 


–Hasta la

–Sí, Hans Asperger tenía una gran reputación. Era recordado porque había defendido las capacidades de niños con algún trastorno, e incluso se decía que había rescatado a chicos de la muerte en el programa nazi de eutanasia. Esto estaba en la página sobre él de la Wikipedia. Me propuse contar esta historia heroica, pero sucedió que apenas consulté el primer archivo, vi que Asperger era en realidad cómplice de la política de higiene racial nazi y que esto iba a ser, en verdad, una historia de terror.

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  • Siendo que tenemos muy presente como Organización Civil nuestra dirección en representar a las personas que padecen de secuela de polio y a sus familias, a los que ya padecen del Síndrome de Post Polio (SPP)
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