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Descripción general

La insuficiencia cardíaca, a veces llamada «insuficiencia cardíaca congestiva», se produce cuando el músculo del corazón no bombea sangre tan bien como debería hacerlo. Determinadas afecciones, como las arterias estrechadas en el corazón (enfermedad de las arterias coronarias) o la presión arterial alta, dejan progresivamente el corazón demasiado débil o rígido como para llenarse y bombear de forma eficaz.

 

No es posible revertir todas las afecciones que provocan la insuficiencia cardíaca, pero los tratamientos pueden mejorar los signos y síntomas de la insuficiencia cardíaca y ayudarte a vivir más tiempo. Los cambios en el estilo de vida (como hacer ejercicio, reducir el sodio en la dieta, controlar el estrés y adelgazar) pueden mejorar la calidad de vida.

Una manera de evitar la insuficiencia cardíaca es prevenir y controlar las afecciones que la originan, como la enfermedad de las arterias coronarias, la presión arterial alta, la diabetes o la obesidad.

 

Síntomas

La insuficiencia cardíaca puede ser constante (crónica) o puede comenzar de manera repentina (aguda).

Algunos de los signos y síntomas de la insuficiencia cardíaca pueden ser los siguientes:

  • Falta de aire (disnea) cuando haces esfuerzos o te acuestas
  • Fatiga y debilidad
  • Hinchazón (edema) en las piernas, los tobillos y los pies
  • Latidos del corazón rápidos o irregulares
  • Menor capacidad para hacer ejercicio
  • Tos o sibilancia constantes con flema blanca o rosa manchada de sangre
  • Mayor necesidad de orinar por la noche
  • Hinchazón del abdomen (ascitis)
  • Aumento de peso muy rápido por retención de líquido
  • Falta de apetito y náuseas
  • Dificultad para concentrarse o menor estado de alerta
  • Falta de aire repentina y grave, y tos con moco rosa espumoso
  • Dolor en el pecho si la insuficiencia cardíaca es producto de un ataque cardíaco
Cuándo consultar al médico

Consulta con el médico si crees que podrías tener signos o síntomas de insuficiencia cardíaca. Busca tratamiento de emergencia si experimentas cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Dolor en el pecho
  • Desmayo o debilidad intensa
  • Latidos del corazón rápidos o irregulares asociados con falta de aire, dolor en el pecho o desmayos
  • Falta de aire repentina y grave, y tos con moco rosa espumoso

Si bien estos signos y síntomas pueden deberse a la insuficiencia cardíaca, hay muchas otras causas posibles, como otras afecciones cardíacas y pulmonares que pueden poner en riesgo la vida. No intentes autodiagnosticarte. Llama al 911 o al número local de emergencias para obtener ayuda de inmediato. Los médicos de la sala de emergencias intentarán estabilizar tu afección y determinar si los síntomas se deben a una insuficiencia cardíaca o a algo más.

Si tienes un diagnóstico de insuficiencia cardíaca, y si cualquiera de los síntomas empeora de manera repentina o presentas un nuevo signo o síntoma, esto puede significar que la insuficiencia cardíaca existente está empeorando o no responde al tratamiento. Este también puede ser el caso si aumentas 5 libras (2,3 kg) o más en unos pocos días. Comunícate con el médico de inmediato.

Causas

La insuficiencia cardíaca suele manifestarse después de que otras afecciones hayan dañado o debilitado el corazón. Sin embargo, no es necesario que el corazón esté debilitado para provocar una insuficiencia cardíaca. Esto también puede ocurrir si el corazón se vuelve demasiado rígido.

En el caso de la insuficiencia cardíaca, las cavidades de bombeo principales del corazón (los ventrículos) se pueden volver rígidas y no llenarse de manera adecuada entre los latidos. En algunos casos de insuficiencia cardíaca, el músculo cardíaco puede dañarse y debilitarse, y los ventrículos se estiran (dilatan) a tal punto que el corazón no puede bombear sangre a todo el cuerpo de manera eficaz.

Con el tiempo, el corazón ya no puede mantener las exigencias normales que tiene de bombear sangre al resto del cuerpo.

Una fracción de eyección es una medida importante de cuán bien el corazón bombea sangre, y se utiliza para ayudar a clasificar la insuficiencia cardíaca y para guiar el tratamiento. En un corazón saludable, la fracción de eyección es del 50 por ciento o mayor, lo que significa que más de la mitad de la sangre que llena el ventrículo se bombea hacia afuera con cada latido.

Sin embargo, la insuficiencia cardíaca puede producirse incluso con una fracción de eyección normal. Esto ocurre si el músculo cardíaco se vuelve rígido por afecciones como la presión arterial alta.

La insuficiencia cardíaca puede afectar el lado izquierdo (ventrículo izquierdo), el lado derecho (ventrículo derecho) o ambos lados del corazón. En general, la insuficiencia cardíaca comienza en el lado izquierdo, específicamente, en el ventrículo izquierdo (la cavidad de bombeo principal del corazón).

Tipo de insuficiencia cardíaca Descripción
Insuficiencia cardíaca izquierda Puede acumularse líquido en los pulmones, lo que hará que tengas falta de aire.
Insuficiencia cardíaca derecha Puede acumularse líquido en el abdomen, en las piernas y en los pies, lo que causará hinchazón.
Insuficiencia cardíaca sistólica El ventrículo izquierdo no puede contraerse vigorosamente, lo que indica un problema de bombeo.
Insuficiencia cardíaca diastólica
(también llamada «insuficiencia cardíaca con fracción de eyección preservada»)
El ventrículo izquierdo no puede relajarse ni llenarse por completo, lo que indica un problema de llenado.

Cualquiera de las siguientes afecciones puede dañar o debilitar el corazón y provocar insuficiencia cardíaca. Algunos pueden estar presentes sin que lo sepas:

  • Enfermedad de las arterias coronarias y ataque cardíaco. La enfermedad de las arterias coronarias es la forma más frecuente de enfermedad cardíaca y la causa más frecuente de insuficiencia cardíaca. La enfermedad se debe a una acumulación de depósitos de grasas (placas) en las arterias, lo que reduce el flujo sanguíneo y puede provocar un ataque cardíaco.

  • Presión arterial alta (hipertensión). Si la presión arterial es alta, el corazón tiene que esforzarse más de lo que debería para hacer circular la sangre por el cuerpo. Con el tiempo, este esfuerzo adicional puede hacer que el músculo cardíaco se vuelva demasiado rígido o demasiado débil para bombear sangre de manera eficaz.

  • Válvulas cardíacas defectuosas. Las válvulas del corazón mantienen la sangre fluyendo en la dirección adecuada a través del corazón. Una válvula dañada (debido a un defecto cardíaco, a una enfermedad de las arterias coronarias o a una infección cardíaca) obliga al corazón a esforzarse más, lo que puede debilitarlo con el tiempo.

  • Daño al músculo cardíaco (miocardiopatía). El daño al músculo cardíaco (miocardiopatía) puede tener muchas causas, como diversas enfermedades, infecciones, abuso de alcohol y el efecto tóxico de drogas, tales como cocaína, o algunos medicamentos que se utilizan en quimioterapia. Los factores genéticos también podrían influir.

  • Miocarditis. La miocarditis es la inflamación del músculo cardíaco. Su causa más frecuente es un virus, y puede provocar insuficiencia cardíaca izquierda.

  • Defectos cardíacos de nacimiento (defectos cardíacos congénitos). Si el corazón y sus cavidades o sus válvulas no se han formado correctamente, las partes sanas del corazón tienen que esforzarse más para bombear sangre a través del corazón, lo que, a su vez, puede provocar una insuficiencia cardíaca.

  • Ritmos cardíacos anormales (arritmias cardíacas). Los ritmos cardíacos anormales pueden hacer que el corazón lata demasiado rápido, lo que le crea un esfuerzo adicional. Un latido del corazón lento también puede provocar insuficiencia cardíaca.

  • Otras enfermedades. Las enfermedades crónicas —como diabetes, VIH, hipertiroidismo, hipotiroidismo o una acumulación de hierro (hemocromatosis) o de proteína (amiloidosis)— también pueden contribuir con la insuficiencia cardíaca.

    Las causas de la insuficiencia cardíaca aguda comprenden virus que atacan al músculo cardíaco, infecciones graves, reacciones alérgicas, coágulos sanguíneos en los pulmones, el uso de ciertos medicamentos o cualquier enfermedad que afecte todo el cuerpo.

Factores de riesgo

Un único factor de riesgo puede ser suficiente para causar una insuficiencia cardíaca; sin embargo, una combinación de factores también aumenta el riesgo.

Los factores de riesgo son los siguientes:

  • Presión arterial alta. El corazón se esfuerza más de lo que debería si la presión arterial es alta.

  • Enfermedad de las arterias coronarias. Las arterias estrechadas pueden limitar el suministro de sangre rica en oxígeno al corazón, lo que genera que el músculo cardíaco se debilite.

  • Ataque cardíaco. Un ataque cardíaco es una forma de enfermedad coronaria que se produce de repente. El daño al músculo cardíaco por un ataque cardíaco puede significar que el corazón ya no pueda bombear de la forma correcta.

  • Diabetes. Tener diabetes aumenta el riesgo de tener presión arterial alta y enfermedad de las arterias coronarias.

  • Algunos medicamentos para la diabetes. Se ha descubierto que los medicamentos para la diabetes rosiglitazona (Avandia) y pioglitazona (Actos) aumentan el riesgo de insuficiencia cardíaca en algunas personas. No obstante, no suspendas estos medicamentos por tu cuenta. Si los estás tomando, habla con el médico acerca de si necesitas hacer algún cambio.

  • Determinados medicamentos. Algunos medicamentos pueden provocar insuficiencia cardíaca o problemas cardíacos. Los medicamentos que pueden aumentar el riesgo de tener problemas cardíacos son los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE); ciertos anestésicos; algunos medicamentos contra la arritmia; ciertos medicamentos que se utilizan para tratar la presión arterial alta, el cáncer, las afecciones sanguíneas, los trastornos neurológicos y psiquiátricos, las afecciones pulmonares y urológicas, las afecciones inflamatorias y las infecciones; y otros medicamentos recetados y de venta libre.

    No suspendas ningún medicamento por tu cuenta. Si tienes preguntas sobre los medicamentos que estás tomando, consulta con el médico si recomienda algún cambio.

  • Apnea del sueño. La incapacidad para respirar de manera adecuada mientras duermes por la noche genera bajos niveles de oxígeno en sangre y un mayor riesgo de tener ritmos cardíacos anormales. Ambos problemas pueden debilitar el corazón.

  • Defectos cardíacos congénitos. Algunas personas que manifiestan insuficiencia cardíaca han nacido con defectos cardíacos estructurales.

  • Valvulopatía. Las personas con valvulopatía corren mayor riesgo de padecer insuficiencia cardíaca.

  • Virus. Una infección viral puede haber dañado el músculo cardíaco.

  • Consumo de alcohol. Beber demasiado alcohol puede debilitar el músculo cardíaco y provocar insuficiencia cardíaca.

  • Consumo de tabaco. El uso de tabaco puede aumentar el riesgo de padecer insuficiencia cardíaca.

  • Obesidad. Las personas obesas corren mayor riesgo de padecer insuficiencia cardíaca.

  • Latidos del corazón irregulares. Estos ritmos anormales, en especial si son muy frecuentes y rápidos, pueden debilitar el músculo cardíaco y provocar insuficiencia cardíaca.

Complicaciones

Si tienes insuficiencia cardíaca, tu pronóstico depende de la causa y de la gravedad, de tu salud general y de otros factores, como tu edad. Las complicaciones pueden ser las siguientes:

  • Daño o insuficiencia renal. La insuficiencia cardíaca puede reducir el flujo sanguíneo a los riñones, lo que con el tiempo puede provocar una insuficiencia renal si no se la trata. El daño renal a causa de la insuficiencia cardíaca puede requerir diálisis como tratamiento.
  • Problemas en las válvulas cardíacas. Las válvulas del corazón, que mantienen el flujo de sangre en la dirección adecuada en este órgano, pueden no funcionar en forma adecuada si el corazón está dilatado o si la presión en el corazón es muy alta debido a la insuficiencia cardíaca.
  • Problemas del ritmo cardíaco. Los problemas en el ritmo cardíaco (arritmias) pueden ser una posible complicación de la insuficiencia cardíaca.
  • Daño hepático. La insuficiencia cardíaca puede provocar una acumulación de líquido que ejerce demasiada presión sobre el hígado. Esta acumulación de líquido puede generar cicatrices, lo que dificulta más que el hígado funcione de manera adecuada.

Los síntomas y la función cardíaca de algunas personas mejorarán con el tratamiento adecuado. Sin embargo, la insuficiencia cardíaca puede poner en riesgo la vida. Las personas con insuficiencia cardíaca pueden tener síntomas graves, y algunas podrán requerir un trasplante de corazón o ayuda con un dispositivo de asistencia ventricular.

Prevención

La clave para evitar la insuficiencia cardíaca es reducir los factores de riesgo. Puedes controlar o eliminar muchos de los factores de riesgo de las enfermedades cardíacas —como la presión arterial alta y la enfermedad de las arterias coronarias— implementando cambios en el estilo de vida junto con la ayuda de cualquier medicación necesaria.

Los cambios en el estilo de vida que puedes hacer para evitar la insuficiencia cardíaca incluyen los siguientes:

  • No fumar
  • Controlar ciertas afecciones, como la presión arterial alta y la diabetes
  • Mantenerse físicamente activo
  • Consumir alimentos saludables
  • Mantener un peso saludable
  • Reducir y controlar el estrés
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APPLAC APPLAC - en Brevarios Sabías qué Salud
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Otros investigadores han demostrado una clara conexión entre la presencia de citocinas proinflamatorias y la fatiga central .

INFLAMMATION and PPS By Marcia Falconer, PhD.

 

 

 

 

 

El estrés psicológico -el tipo que no implica exceso físico- se percibe en el cerebro y el cerebro produce citoquinas proinflamatorias. Esto puede causar fatiga profunda, incapacidad para concentrarse y otros síntomas .

Recuerde que 1000 piezas de rompecabezas que hemos extendido en la mesa? Ahora somos capaces de reunir algunas de las piezas de color mismo para hacer pequeñas imágenes que forman parte de la imagen más grande.

De la misma manera, estamos juntando lo que sucede cuando una persona con PPS experimenta estrés físico o psicológico. Empezamos a ver imágenes pequeñas y podemos empezar a discernir la imagen más grande que se unen. Estamos llegando al lugar donde puede ser posible tratar los síntomas de PPS utilizando antiinflamatorios.

En Suecia se está llevando a cabo un ensayo muy emocionante, utilizando el tratamiento de inmunoglobulina intravenosa. Los ensayos preliminares de este tratamiento en personas con PPS han producido mejoras dramáticas en la fatiga y la fuerza muscular.

Otros tratamientos para reducir los síntomas de PPS pueden estar basados ​​en medicamentos antiinflamatorios tradicionales como aspirina, ibuprofeno, indometacina y otros.

Todos los tratamientos tendrían que hacerse bajo la supervisión de su médico, pero mientras tanto, hay algunas cosas que usted puede hacer que se sabe para minimizar la inflamación en el cuerpo - y con lo que podría tener una reducción de los síntomas de PPS. Meditación. Usted puede intentar la meditación. Sí, funciona ... si lo haces de manera constante.

Ejercicio. El ejercicio adecuado, bajo la guía de un fisioterapeuta bien informado, Definitivamente bajos niveles de citoquinas inflamatorias. Estimulación Párate y no exageres. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero si usted entiende que los músculos seriamente excesivos comenzarán la cascada proinflamatoria de acontecimientos y con eso traen en o intensifican síntomas de PPS, quizás usted podrá justificar reclinarse antes de que usted vaya demasiado lejos.

Pérdida de peso. El tejido adiposo - comúnmente conocido como grasa - es también un productor de citoquinas inflamatorias. Si usted necesitaba una buena razón para perder peso, aquí está.

Finalmente hay algunas cosas que puedes probar. Beber té verde fomenta la pérdida de peso y tiene cualidades neuroprotectoras. También hay informes de que la proteína de suero sin desnaturalizar puede ser beneficioso. Estas cosas probablemente no son tan efectivas como la medicación directa para disminuir los niveles de citoquinas proinflamatorias, pero al incorporarlas en la vida cotidiana, traerán beneficios positivos.

Referentes:
1. Dalakas, Pro-inflamatorio cytokines and motor neuron dysfunction: is there a connection in post-polio syndrome? J Neurolog Sci. 205:5-8, 2002
2. Gonzalez et al. Prior poliomyelitis-IvIg treatment reduces proinflammatory cytokine production. J Neuroimmunol. 150:139-144, 2004.
3. Patarca, R. Cytokines and chronic fatigue syndrome. Ann NY Acad Sci. 933:185-200, 2001.
4. Black, PH. Stress and the inflammatory response: a review of neurogenic inflammation. Brain, Behavior and Immunity 16:622- 653, 2002.
5. Farbu et al. Intravenous immunoglobulin in postpolio syndrome. Tidsskr Nor Laegeforen.124:2357-2358, 2004.
6. Gonzalez et al. study in progress.

Information about Dr. Marcia Falconer:

Now retired, Dr. Falconer led a laboratory doing research in virology and molecular biology at The Centre for Food and Animal Research, Agriculture Canada Ottawa, Ontario, from 1993 to 2000.Educational background:

Post-doctoral fellow in molecular biology at Massachusetts Institute of Technology (Center for Cancer Research), Cambridge, Mass. USA. 1990-1992.

Ph.D. in neuronal cell biology from University of Ottawa, Ottawa, Ontario, Canada. 1990

M.Sc. in cell biology from Carleton University, Ottawa, Ontario, Canada. 1985

Marcia was quarantined with polio at age 7 (1949). She had leg and arm weakness followed by complete recovery. She led an active life: swimming, ice-skating and cross country skiing. PPS symptoms first noticed in 1985, with fatigue and leg weakness becoming severe by 1996. PPS diagnosed in 1998.

 

 

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Publicaciones recientes investigan el papel que la microbiota desempeña en la patogénesis de la esteatohepatitis no alcohólica y la obesidad así como el efecto que el uso de los probióticos tiene sobre estas patologías, tanto en población adulta como pediátrica.

A lo largo de los últimos años, y debido a los cambios en los hábitos de vida de los países occidentales, estamos asistiendo a un alarmante incremento de la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA, o NAFLD en inglés) y que se debe a un excesivo acúmulo de grasa en el hígado en personas que no consumen nada (o poca cantidad) de alcohol. Esta entidad abarca dos subgrupos clínicos: el hígado graso, que es la forma más común y benigna, y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH). Ésta última se asocia a una inflamación crónica en los hepatocitos que puede derivar en diversos grados de fibrosis hepática. En los Estados Unidos de América, la esteatohepatitis no alcohólica se sitúa ya como la primera causa de trasplante hepático, por delante de las hepatitis virales y la ingesta de alcohol, y puede derivar en el desarrollo de hepatocarcinoma.

Una publicación de la revista Nature, en 2012, puso de manifiesto el papel que la microbiota desempeña en la patogénesis de la esteatohepatitis no alcohólica y la obesidad. Los cambios en la permeabilidad intestinal y el sobrecrecimiento bacteriano provocarían un paso de lipopolisacáridos bacterianos a través del eje mesentérico-portal hacia el hígado, aumentando el estrés oxidativo e induciendo la liberación de citocinas proinflamatorias. Algunas de estas citocinas favorecerían un aumento de la resistencia a la insulina asociada al NAFLD.

Las medidas para abordar este problema se centran en cambio de estilos de vida, pérdida de peso y ejercicio físico. El empleo de probióticos para tratar la esteatohepatitis se perfila como una posible medida coadyuvante a los cambios hacia estilos de vida saludables, y sin los efectos adversos e interacciones que presentan algunos fármacos.

Recientemente se ha publicado un metaanálisis que aglutina un total de 9 ensayos clínicos de alta calidad (7 en población adulta y 2 en población infantil) publicados hasta la fecha, y que valoran la eficacia frente a placebo de diferentes probióticos, tanto en población adulta como pediátrica. En relación a la evaluación del riesgo de sesgo, todos los estudios presentaban una calidad alta o muy alta. Se reclutaron un total de 535 pacientes con NAFLD (64 niños). Los resultados evidenciaban que los probióticos no afectaban al índice de masa corporal, los niveles de glucosa ni los niveles de insulina, aunque sí mejoraba la resistencia a la insulina en adultos, de forma significativa y con un bajo índice de heterogeneidad. Por otro lado se apreciaba mejoría en los niveles de transaminasas, colesterol y triglicéridos, si bien este efecto era a expensas de un alto índice de heterogeneidad, lo que dificulta la extracción de conclusiones sólidas. Dichos efectos, además, podrían estar asociados únicamente a determinadas etnias o razas. El bajo número de niños en el estudio impide igualmente concluir sobre su beneficio. En relación al papel de probióticos concretos, existe cierta evidencia sobre la combinación de Lactobacillus acidophilus PXN 35, Lactobacillus casei PXN 37, Lactobacillus rhamnosus GG PXN 54, Lactobacillus bulgaricus PXN 39, Bifidobacterium breve PXN 25, Bifidobacterium longum PXN 30, Streptococcus thermophilus PXN 66y fructooligosacáridos a dosis de al menos 107 UFC, 2 veces al día.

Por tanto, si bien no puede concluirse una firme recomendación del empleo de probióticos de forma sistemática en pacientes con hígado graso por el momento, estos estudios aportan más evidencia sobre la importancia de la integridad de la barrera intestinal en los trastornos metabólicos.

Bibliografía
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Publicaciones recientes investigan el papel que la microbiota desempeña en la patogénesis de la esteatohepatitis no alcohólica y la obesidad así como el efecto que el uso de los probióticos tiene sobre estas patologías, tanto en población adulta como pediátrica.

A lo largo de los últimos años, y debido a los cambios en los hábitos de vida de los países occidentales, estamos asistiendo a un alarmante incremento de la enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA, o NAFLD en inglés) y que se debe a un excesivo acúmulo de grasa en el hígado en personas que no consumen nada (o poca cantidad) de alcohol. Esta entidad abarca dos subgrupos clínicos: el hígado graso, que es la forma más común y benigna, y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH). Ésta última se asocia a una inflamación crónica en los hepatocitos que puede derivar en diversos grados de fibrosis hepática. En los Estados Unidos de América, la esteatohepatitis no alcohólica se sitúa ya como la primera causa de trasplante hepático, por delante de las hepatitis virales y la ingesta de alcohol, y puede derivar en el desarrollo de hepatocarcinoma.

Una publicación de la revista Nature, en 2012, puso de manifiesto el papel que la microbiota desempeña en la patogénesis de la esteatohepatitis no alcohólica y la obesidad. Los cambios en la permeabilidad intestinal y el sobrecrecimiento bacteriano provocarían un paso de lipopolisacáridos bacterianos a través del eje mesentérico-portal hacia el hígado, aumentando el estrés oxidativo e induciendo la liberación de citocinas proinflamatorias. Algunas de estas citocinas favorecerían un aumento de la resistencia a la insulina asociada al NAFLD.

Las medidas para abordar este problema se centran en cambio de estilos de vida, pérdida de peso y ejercicio físico. El empleo de probióticos para tratar la esteatohepatitis se perfila como una posible medida coadyuvante a los cambios hacia estilos de vida saludables, y sin los efectos adversos e interacciones que presentan algunos fármacos.

Recientemente se ha publicado un metaanálisis que aglutina un total de 9 ensayos clínicos de alta calidad (7 en población adulta y 2 en población infantil) publicados hasta la fecha, y que valoran la eficacia frente a placebo de diferentes probióticos, tanto en población adulta como pediátrica. En relación a la evaluación del riesgo de sesgo, todos los estudios presentaban una calidad alta o muy alta. Se reclutaron un total de 535 pacientes con NAFLD (64 niños). Los resultados evidenciaban que los probióticos no afectaban al índice de masa corporal, los niveles de glucosa ni los niveles de insulina, aunque sí mejoraba la resistencia a la insulina en adultos, de forma significativa y con un bajo índice de heterogeneidad. Por otro lado se apreciaba mejoría en los niveles de transaminasas, colesterol y triglicéridos, si bien este efecto era a expensas de un alto índice de heterogeneidad, lo que dificulta la extracción de conclusiones sólidas. Dichos efectos, además, podrían estar asociados únicamente a determinadas etnias o razas. El bajo número de niños en el estudio impide igualmente concluir sobre su beneficio. En relación al papel de probióticos concretos, existe cierta evidencia sobre la combinación de Lactobacillus acidophilus PXN 35, Lactobacillus casei PXN 37, Lactobacillus rhamnosus GG PXN 54, Lactobacillus bulgaricus PXN 39, Bifidobacterium breve PXN 25, Bifidobacterium longum PXN 30, Streptococcus thermophilus PXN 66y fructooligosacáridos a dosis de al menos 107 UFC, 2 veces al día.

Por tanto, si bien no puede concluirse una firme recomendación del empleo de probióticos de forma sistemática en pacientes con hígado graso por el momento, estos estudios aportan más evidencia sobre la importancia de la integridad de la barrera intestinal en los trastornos metabólicos.

Bibliografía
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Para algunas personas con diabetes, controlar la vejiga urinaria puede ser un reto. Los problemas con este órgano usualmente se derivan de los daños causados al sistema complejo de músculos y nervios que regulan el funcionamiento de la vejiga. Se sabe que si la neuropatía diabética afecta a la vejiga, ocurren interferencias con la función urinaria. Aunque los problemas con la vejiga pueden ser difíciles de tratar, algunos cambios dietéticos sencillos pueden reducir su impacto sobre la salud.

El término “vejiga diabética” es utilizado para describir la condición que ocurre cuando la neuropatía ha dañado los nervios y músculos que intervienen en la función de la vejiga. Las personas con vejiga diabética presentan los siguientes síntomas:

  • Micción frecuente.
  • Predisposición a contraer infecciones del tracto urinario.
  • Dificultad para orinar. Incontinencia o pérdida de control de la vejiga.
  • Necesidad urgente de orinar.
  • Problemas para comenzar a orinar.

Aunque ninguno de estos síntomas son particularmente peligrosos, causan irritación que afecta la calidad de vida de los pacientes. Por lo general, el tratamiento de la vejiga diabética involucra una combinación de dieta y medicación. Para esto último, habría que consultar al Doctor pero los cambios dietéticos los puedes realizar tú mismo.

Se puede comenzar eliminando algunos alimentos y ciertas sustancias de tu dieta. Por ejemplo, evita consumir lo siguiente:

  • Cafeína.
  • Alcohol.
  • Frutas ácidas, tales como el tomate y los cítricos.
  • Edulcorantes artificiales.
  • Comidas condimentadas.

Además de eliminar estos ingredientes, es importante aumentar el consumo de fibra. Las mujeres deben consumir 28 g de fibra y los hombres 38. Como referencia, la mayoría de los norteamericanos consumen, en promedio, 15 g diarios de fibra.

La fibra previene la constipación que puede empeorar o causar problemas con la vejiga. Por esta razón, te recomendamos incluir los siguientes alimentos que te ayudarán a incrementar el consumo de fibra.

  • Cereales integrales: trigo, cebada y avena.
  • Vegetales: guisantes, espinaca, coliflor, repollo, repollitos de Bruselas y zanahorias.
  • Leguminosas: frijoles negros, pintos y Lima.
  • Frutas no “acidicas”: peras, manzanas y bananas.

Los problemas de vejiga son difíciles de tratar pero pueden ser aliviados modificando la dieta. También te recomendamos hablar con tu Doctor acerca de posibles medidas adicionales para mejorar esta afección. También consulta a tu Médico o Nutricionista antes de introducir cambios repentinos en tu dieta.Fuente

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  • Siendo que tenemos muy presente como Organización Civil nuestra dirección en representar a las personas que padecen de secuela de polio y a sus familias, a los que ya padecen del Síndrome de Post Polio (SPP)
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